Miro de nuevo el reloj, solo quedan cinco minutos. Meses de espera únicamente para este momento. Está todo preparado.El corazón me late cada vez más rápido mientras las manecillas giran a un ritmo constante.
Cuatro minutos.
No paro quieta, me voy al baño y me lavo la cara con agua fría intentando tranquilizarme.
Dos minutos.
Me pregunto si no me habré equivocado de día o, tal vez, de hora.
Un minuto.
Mi corazón se para mientras observo atentamente el reloj.
Tiempo.
Una suave música cubre la habitación, todo mi cuerpo se relaja; me siento en el sofá y me dispongo a disfrutar de su vuelta.
Si te ha gustado, pásate por -- > La magia del día a día
No hay comentarios:
Publicar un comentario